Monday, July 29, 2013

UNO POR UNO

El otro día mi amigo Juanma, también conocido como el cazador de hombres (desnudos y a poder ser, Braaaad) me hizo un comentario sobre mi manera de jugar a fútbol. Decía algo así como que las croquetas eran mi signo distintivo, igual que lo habían sido antes para Laudrup o igual que se recuerda en Barcelona a Romário por la cola de vaca. El caso es que le contesté diciéndole cómo le veía yo jugando y, ahora, pues mira, lo voy a hacer de algunos de los que jugaron con nosotros en el equipo. No voy a seguir ningún orden, pero empezaré por él:

1. Juanma: recuerdo que cuando le conocí me recordaba a un mediapunta brasileño que jugaba en el Paris Saint-Germain que se llamaba Valdo. Me recordaba a él porque jugaba en el centro del campo sin correr, cogía la pelota, hacía una croquetilla y la enviaba dónde hiciese falta; fútbol sin correr. A mí me gustaba mucho su manera de jugar, la verdad. Con el paso del tiempo, fue retrasando su posición hasta acabar de cierre. De ser un equipo que tenía cierres por todas partes, acabamos sin tener ni uno, así que, acabo él en ese puesto. Como sabía de qué iba el juego, no desentonaba, pero los años pasan para todos y si, al principio, podía jugar sin correr, en los últimos años había que correr, aunque fuese un poquillo, pero no llegaba. Digo que tenía que correr porque, si bien antes, nadie en el equipo corría más de la cuenta, al final, hacíamos aguas por todas partes y todos los ataques contrarios era un suplicio porque desde arriba no defendíamos nada y todo se lo comían los de atrás. Lo que menos me gustaba era que hacía muchas faltas, algunas, quizás, que no eran necesarias, cosa que nos provocó muchos, muchos problemas.

2. Sergio: creo que fue el único que mejoró con el paso del tiempo. De ser un buen portero, pasó a ser, posiblemente, el mejor de la liga; aunque no sé si fue que, realmente, fue mejorando año a año o fue el "síndrome Lopetegui", por el cual, te chutan tantas veces, que al final, paras unas cuantas. Sin embargo, creo que no fue eso, creo, sinceramente, que al final era muy bueno, era grande y rápido de reflejos y nos hacía sentir cómodos, lo cual, quizás, también, con el tiempo, se convirtió en algo malo cuando el resto del equipo ya estaba dando sus últimos coletazos; era en plan "bueno, si la pierdo, ya se la parará el Sergio...". Lo peor, aunque parezca mentira, era su juego con los pies. Y digo que parece mentira porque él sabía jugar a fútbol, cuando echábamos pachanguillas, él se ponía de jugador y lo hacía bien, sabía mover la pelota. Vamos, que no era ni Casillas, ni, horror, Zubizarreta, pero no sé, era ponerse bajo los palos, pasarle una pelota a los pies y empezar a temblar.

3. Bugno: recuerdo que empezó a jugar la misma temporada que el Juanma y pensé que eran dos buenísimos fichajes que reforzarían el equipo. Si bien, en el caso del Juanma, sí fue así, en el caso del Bugno fue todo lo contrario. Creo que fue nuestro Bojan particular, estaba, pero no se esperaba que hiciese gran cosa. Por su fisonomía y manera de jugar, me recordaba a Kanu, ese delantero del Ajax de los 90 y pensé que nos daría muchas tardes de gloria (sic). Me equivoqué, como decía alguno, para jugar en el patio del colegio sí era bueno, pero para el nivel de una liga de barrio (sic), no daba la talla. Su regate predilecto era la croqueta, lo que hizo que acabásemos diciendo que lo suyo era la monojugada: croquetas por todas partes. Eso sí, nos regaló uno de los mejores recuerdos del equipo cuando se regateó a cinco haciendo croquetas para acabar marcando.

4. David: el hermano del Juanma. En las últimas temporadas del equipo, si ganamos algún partido, fue gracias al Sergio y a él. Técnicamente bueno y físicamente muy fuerte. Defendía, creaba juego y metía goles. Una bestia. Su primer partido fue contra uno de nuestros archienemigos; íbamos en cuadro y con un miedo increíble, pero ganamos 6 a 3. Evidentemente, gracias a él, que metió 3 o 4 goles. Flipábamos. Tenía el mismo problema que su hermano: le sobraban algunas faltas.

5. Luque: parecido al David, pero de medio campo arriba, con la diferencia de que no metía tantos goles, ni entendía el juego... Es verdad, entonces, no era tan parecido al David. De él tengo siempre el mismo recuerdo: él paraba la pelota en el medio campo de espaldas a la portería contraria, se intentaba girar y si lo conseguía, salía corriendo por la banda derecha. Pero, sucedía que se iba cerrando, cerrando y cerrando hasta que, ni siquiera, conseguíamos un simple saque de banda... Siempre le decía lo mismo, que cuando recibiese la pelota, me la pasase y saliese corriendo; yo se la pasaría. Nunca lo hizo.

6. Vicente: empezó jugando de cierre y lo hacía muy bien. Era muy bueno, tenía la energía de Puyol y la valentía de Sergio Ramos. Iba bien al corte y no cometía muchas faltas. Con el paso del tiempo, y en un caso digno de estudio, fue adelantando su posición hasta acabar jugando por la banda derecha, donde, para mí, también lo hacía bien, aunque también había quien decía que su sitio estaba atrás, de cierre.

7. Casti: nuestro Sabonis particular. Era un tío que jugaba de cierre muy bien, no se complicaba, no hacía faltas y leía muy bien el juego en defensa. Lo malo es que tenía unos tobillos que eran de cristal y cuando empezó a jugar con nosotros, su físico ya no estaba para muchos trotes. Al menos, pudimos disfrutarlo un año bastante bien.

8. Ardid: muy bueno. Parecido al David, pero sin tanta fuerza. Todo el mundo me decía que era muy bueno y cuando lo conocí, en efecto, lo era. A mí me gustaba mucho jugar con él, creo que nos entendíamos bastante bien, aunque, algunos decían que era muy anárquico, que iba a su bola. Tuvimos la suerte de jugar con él cuando estaba a tope, cuando el equipo empezó el descenso a los infiernos, él ya no jugaba, así que, es de los pocos de los que recordamos las cosas buenas.

9. Marc: venía de jugar de cierre (y van...) en otro de nuestros archienemigos y quería jugar con nosotros de delantero. Al final, y por selección natural, acabó de cierre en una época en la que teníamos mil cierres. Cuando estaba a tope, recuerdo que era rápido, pero cuando perdió esa velocidad, bajó el nivel. Aún recordamos un partido en el que jugó bastante mal y dijo "me he podido resarcir del partido de la semana pasada". Todos nos reímos y le dijimos, "¡pero si has jugado peor!". Qué grande.

10. Dani: también recuerdo que me hablaban de él y no lo conocía, pero en cuanto empezamos a jugar juntos, vi que era muy bueno; me entendía también a las mil maravillas. Era rápido mentalmente, tenía técnica y metía goles. Creo que ese descenso a los infiernos que he mencionado antes lo personifica él perfectamente: de jugar de memoria y con rapidez, a ser un equipo muy malo en el aspecto físico y sin ningún recurso. Es verdad que sus tobillos no le permitían hacer muchas cosas, pero a veces pienso que jugábamos con uno menos.

11. Marcos: otro cierre. Normal; no era excepcional, ni era un "dos de patán". No se complicaba la vida, pero por otro lado, a veces parecía que no estuviese en el campo, como si la cosa no fuese con él.

12. Paco: sabía jugar a fútbol y acabó ocupando el puesto de delantero centro (ahora que lo pienso, el Dani y él jugaban en el mismo sitio, ¿cómo lo hacíamos?). Supongo que, debido a que su físico tampoco se lo permitía, algo que empezó siendo un recurso de emergencia, acabó convirtiéndose en otra monojugada: me coloco de espaldas a la portería contraria, voy metiendo el culo al contrario intentando avanzar mientras todos me gritan "¡pasa, pasa!", sin embargo, al final, me dejo caer esperando que piten una falta que, evidentemente, el árbitro no ve por ninguna parte. Frustrante.

Bueno, esto es todo, quizás me he dejado fuera a alguien, pero creo que estos son los que más partidos jugaron y los más importantes (con permiso del Pau, que jugó muchos partidos y a muy buen nivel en los primeros años). Si alguien lee esto, espero que no se lo tome mal, o al menos, no muy mal, al fin y al cabo, es mi opinión y puedo estar equivocado. 

Saturday, July 27, 2013

NOMOFOBIA

Parece ser que ese es el nombre que le han puesto al miedo a perder el móvil, dejárselo en casa o, simplemente, quedarse sin batería. Pues bien, como algunos sabrán, yo era muy reticente a cambiar mi viejo (cutre) móvil por uno inteligente, pero una vez hice el cambio, debo decir que me encanta; es más, he caído en sus redes y tengo un poco de nomofobia.
Si el móvil a secas ya me parecía un gran invento, el móvil inteligente creo que puede estar a la altura de la rueda o la televisión. Exacto, inventos que hacen que el mundo sea completamente distinto y, si no mejor, al menos, más divertido.
No uso muchas aplicaciones, pero de las que no puedo prescindir es de Whatsapp y de Twitter. De Whatsapp, básicamente, porque te mantiene conectado con tus familiares y amigos; tengo un grupo con los amiguetes y la verdad es que me hace pasar muy buenos ratos. Cada uno va a su bola que si uno se patea todas las páginas web para encontrar la mejor oferta, que si otro sube cinco puertos de categoría especial con su bicicleta... Qué bien me lo paso. Y Twitter, oh, Twitter de mi corazón. Cómo mola. Yo me dedico a hacer de "voyeur"; sólo miro los comentarios, noticias o vídeos de la gente a la que sigo, básicamente porque sé que mis comentarios no los va a leer nadie (ya tengo suficiente con que pasen de este blog...).
Todo esto hace que las colas de espera sean más amenas. Exacto, las cosas de palacio van despacio y por eso deberás esperar más de una hora a que te atienda la Administración del Estado, pero esa espera será divertida.

Monday, July 08, 2013

CINTURÓN NEGRO

Esta semana se han cumplido 10 años de mi primera clase de aikido. Cómo pasa el tiempo. Recuerdo que cuando tenía 18 años hice un par de clases de jiu-jitsu y me gustó bastante. Decidí, entonces, que cuando empezase a trabajar, y si mi sueldo me lo permitía, claro, me apuntaría a hacer clases de jiu-jitsu. Al final, no fue jiu-jitsu sino aikido, pero me daba igual. Me apunté con la intención de no dejarlo, al menos, a corto plazo, y, de momento, aguanto. La verdad es que esperaba convertirme con el tiempo en una especie de Steven Seagal, pero no, soy el mismo que era antes de hacer mi primera clase con la única diferencia de que ahora intentaría huir todavía más rápido en caso de tener algún problema, aunque no sé si el físico me lo permitiría.
10 años… 10 años y cinturón negro. A quien se lo diga puede pensar que soy una máquina, pero no, por suerte o por desgracia, como decía antes, sigo siendo el mismo. De hecho, creo que el cine ha hecho mucho daño a los practicantes de artes marciales, bueno, quizás me equivoco, más bien ha hecho daño a los no practicantes, que piensan que por ser cinturón negro eres un crack. Pues no, amigos, no, el cinturón negro sólo significa que esa disciplina forma parte de tu vida, la has llevado a cabo durante mucho tiempo y te has esforzado por hacer cada día mejor las técnicas. De hecho, a todo el mundo siempre le hace más ilusión conseguir la hakama que el cinturón negro. La hakama es un falda pantalón que se pone encima del kimono y que es una especie de bautismo (sic), que quiere decir que formas parte de, como dirían los americanos, la comunidad. Eres parte del grupo.
Pues eso, 10 años y sumando (mientras pueda).