Thursday, August 28, 2014

BOTAS NEGRAS

Leí un artículo el otro día sobre Xabi Alonso, enemigo público culé número 1 (¿o 2?, bueno, incluso 3 o 4…) en el que decía que le había pedido a su marca proveedora de botas de fútbol unas de color negro. Unas simples botas negras. En el artículo, el autor hacía un repaso de las diferentes botas que campan por los terrenos de juego; que si de colorines, que si con dibujitos raros… Y sí, parece que el amigo Xabi Alonso quiere unas botas de color negro. Supongo que el “márketing” alrededor de las botas ha existido siempre, pero recuerdo especialmente la presentación de las Adidas Predator. Corrían los años 90 del Barça de Cruyff y Adidas hizo esas botas para Ronald Koeman, el defensa del Barça especialista en tirar faltas. El tío era una máquina y encima, con esas botas, se suponía que todavía lo iba a ser más; a lo mejor me equivoco, pero creo que eran negras y que tenían una especie de escamas que supongo que serían para dar a la pelota unos efectos todavía más endiablados. Como digo, no estoy seguro, pero diría que aún eran negras. Tiempo después entró Nike… Para algunos de mi generación, entre los que me incluyo, Nike no era una marca futbolera y yo, como protesta, nunca tuve botas de fútbol Nike. No estaba dispuesto a ponerme unas botas de una gente que se dedicaba a hacer botas de básket. No, por ahí no iba a pasar. Yo era de Adidas y sus Copa Mundial; de las Diego Junior de Puma; de Kelme, unas que me dieron que usé un par de años y que me fueron muy bien; de Patrick, aunque debo decir que con Patrick tengo un problema digno de ser estudiado por Eduard Punset porque mi cabeza me dice a la vez que yo he tenido y que no he tenido las Patrick Silver 94, unas botas que me encantaban (eran tan bonitas con sus dos franjas de arriba abajo…); pero, ¿de Nike? Never, never, never.
Bueno, que me voy por los cerros de Úbeda, pues eso, que después de las Adidas Predator entró Nike y diría que fue con su llegada cuando el mundo de las botas se volvió loco y mi interés por ellas fue decreciendo a medida que añadían colores y efectos raros. Así, hasta hoy. Hasta que ha aparecido el Fernando Hierro de una nueva generación de culés para pedir unas simples botas de color negro. Snif, se me cae la lagrimilla. Si no fuese un pavo tan asqueroso, incluso le daría un casto beso en la mejilla.

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