El otro día leía en un suplemento dominical sobre las etiquetas que ponemos a la gente. Decía que podía llegar a ser difícil quitárselas de encima. Me imagino que será igual que con los rumores; una vez a empezado a extenderse, es casi imposible detenerlo. Pues eso, sobre etiquetas iba el asunto y me pregunté: "ostras, ¿qué etiquetas me habrá puesto la gente?". Así, de primeras, me vino que soy un mal conductor. Sí, mucha gente cree que conduzco mal y lo único que pasa es que no me gusta conducir. Vaya, se me ocurre una docena de cosas que hacer antes que montarme en un coche a hacer curvas o plantarme en el carril izquierdo de una autopista durante 600 kilómetros. No he hecho un solo parte, aunque, bien mirado, esto no quiere decir nada porque tampoco conozca mucha gente que haya hecho alguno. Diría que el buen conductor es el que está en la carretera y no molesta a nadie. Para correr están los circuitos, pequeños "alonsos".
Otra es que soy rencoroso. Diría que ya he hablado alguna vez sobre esto y digo (otra vez) que no creo que lo sea. Simplemente, tengo buena memoria y me gusta que la gente también tenga.
La tercera, y de momento última, es la que me dijo una persona el otro día. Me dijo que no hablaba mucho, que no era hablador. La verdad es que no soy muy parlanchín, pero de ahí a no hablar... El caso es que tenía razón, esa persona me conoce en un ambiente en el que no hablo mucho. Y me pregunté el motivo. Jolín, bien fácil, si todas las conversaciones giran a tu alrededor y son tan aburridas, tengo poco que decir.
Wednesday, July 07, 2010
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