El River Plate ha bajado a la segunda división argentina y me da cierta penilla, me cae bien el equipo, al menos, es el que mejor me cae de Argentina, eso seguro. Para hacernos una idea es como si el Barça o el Madrid bajasen en España (es verdad, es el mismo ejemplo que aparecido estos días).
El caso es que creo que este descenso debería hacer pensar a todos los dirigentes del fútbol argentino en qué situación se encuentran: liga de poca calidad, los mejores jugadores en el extranjero, aficionados ultras campando a sus anchas... Bonito panorama. No conozco mucho el fútbol argentino, pero tengo la impresión de que se ha convertido en una especie de mercado de la carne en el que cualquier club europeo puede fichar sin mayor problema (siempre y cuando ponga la pasta, claro). Si, como he dicho, se ha convertido en un mercado, al final, habrá fichajes de todo tipo, malos, regulares y buenos. Que los fichajes sean de buenos jugadores no debería implicar mayor problema, lo malo es que no todos son buenos. Los malos y los mediocres también se van de Argentina, con lo cual, el nivel medio de los jugadores de la primera división argentina se resiente. Y como en todo mercado, hay compradores y vendedores, que son lo peor de todo el asunto. Probablemente haya mucha gente haciéndose rica con tanto traspaso, el problema es que cuando el "producto" es la gente, al final, lo que queda es la nada.
Thursday, June 30, 2011
Monday, June 27, 2011
VIGOREXIA
Este fin de semana quizás quedo con viejos amigos del colegio, pero parece que uno de ellos no vendrá porque tiene una carrera de 84 kilómetros por la montaña. Tengo la impresión de que el deporte se ha puesto de moda y se han malinterpretado sus beneficios. Está claro que hacer ejercicio es bueno para la salud y, encima, divertido, sin embargo, desde hace tiempo veo que más que hacer deporte, lo que se lleva son ejercicios de dureza extrema (o casi) y cuanto más raros, mejor.
Si hiciese un repaso de la vida deportiva del ciudadano medio, creo que sería algo así: en el colegio hace deporte, aunque no le apasiona y si, encima, es chica, entonces, directamente, le parece una pérdida de tiempo, con lo cual, siempre busca alguna excusa para no hacer gimnasia, uy, educación física. Como de momento es joven, no pasa nada, la naturaleza le mantiene con buen aspecto y con nada o poca barriga. Eso sí, su cajetilla diaria de tabaco siempre está a punto, todo el mundo sabe que es un gran signo de madurez o una especie de porque-yo-lo-valgo.
Cuando entra en la veintena, no hace nada de deporte y sigue con su cajetilla diaria. Te lo encuentras un día por la calle y piensas “Dios mío, ¿este tío (o tía) era de la jet set…?”. Te miras en el espejo y piensas que eres un afortunado.
Cuando roza la treintena, observa como empiezan a aparecer algunas canas. Sí, son pocas, pero es la señal inequívoca de que el tiempo pasa, además, ha llegado el verano y quiere tener buen aspecto (sí, sí, como antaño), pero se da cuenta de que, a pesar de que sigue sin tener barriga, esta ha aumentado y no parece dispuesta a irse sólo por dejar de tomar café por las tardes. Eso sí, el café de la mañana es sagrado porque como dicen, si no, no son personas y la cajetilla diaria de tabaco sigue como el primer día.
Al cumplir los 30, definitivamente se da cuenta de que el tiempo pasa, los kilos de más son evidentes y la famosa cajetilla diaria de tabaco no le permite subir un piso andando, así que, toma una decisión drástica: hacer deporte y dejar de fumar. Decide apuntarse al gimnasio y se da cuenta de que le gusta. Además, ha conocido a alguien que corre. Empieza también a correr y un día se inscribe en una de esas carreras populares. Le gusta y hace una cada domingo hasta que un día, de repente, te lo encuentras en el metro y te dice que hace maratones, bicicleta de montaña y que va camino del aeropuerto porque va a escalar la pared más vertical del mundo que se encuentra en el lugar más recóndito. Evidentemente flipas y aún más cuando se queja del olor a tabaco. Claro, ha dejado de fumar y como todo el mundo sabe, no hay nada peor que un exfumador. Así que, ahora tenemos a nuestro (o nuestra) protagonista convertido en el mejor deportista del mundo. Vamos, que ni Dan O’Brien.
Pero no os engañéis, como he dicho, se han malinterpretado los beneficios del deporte. El deporte en exceso es malo, no hay que machacar el cuerpo como si uno fuese a participar en los Juegos Olímpicos.
Si hiciese un repaso de la vida deportiva del ciudadano medio, creo que sería algo así: en el colegio hace deporte, aunque no le apasiona y si, encima, es chica, entonces, directamente, le parece una pérdida de tiempo, con lo cual, siempre busca alguna excusa para no hacer gimnasia, uy, educación física. Como de momento es joven, no pasa nada, la naturaleza le mantiene con buen aspecto y con nada o poca barriga. Eso sí, su cajetilla diaria de tabaco siempre está a punto, todo el mundo sabe que es un gran signo de madurez o una especie de porque-yo-lo-valgo.
Cuando entra en la veintena, no hace nada de deporte y sigue con su cajetilla diaria. Te lo encuentras un día por la calle y piensas “Dios mío, ¿este tío (o tía) era de la jet set…?”. Te miras en el espejo y piensas que eres un afortunado.
Cuando roza la treintena, observa como empiezan a aparecer algunas canas. Sí, son pocas, pero es la señal inequívoca de que el tiempo pasa, además, ha llegado el verano y quiere tener buen aspecto (sí, sí, como antaño), pero se da cuenta de que, a pesar de que sigue sin tener barriga, esta ha aumentado y no parece dispuesta a irse sólo por dejar de tomar café por las tardes. Eso sí, el café de la mañana es sagrado porque como dicen, si no, no son personas y la cajetilla diaria de tabaco sigue como el primer día.
Al cumplir los 30, definitivamente se da cuenta de que el tiempo pasa, los kilos de más son evidentes y la famosa cajetilla diaria de tabaco no le permite subir un piso andando, así que, toma una decisión drástica: hacer deporte y dejar de fumar. Decide apuntarse al gimnasio y se da cuenta de que le gusta. Además, ha conocido a alguien que corre. Empieza también a correr y un día se inscribe en una de esas carreras populares. Le gusta y hace una cada domingo hasta que un día, de repente, te lo encuentras en el metro y te dice que hace maratones, bicicleta de montaña y que va camino del aeropuerto porque va a escalar la pared más vertical del mundo que se encuentra en el lugar más recóndito. Evidentemente flipas y aún más cuando se queja del olor a tabaco. Claro, ha dejado de fumar y como todo el mundo sabe, no hay nada peor que un exfumador. Así que, ahora tenemos a nuestro (o nuestra) protagonista convertido en el mejor deportista del mundo. Vamos, que ni Dan O’Brien.
Pero no os engañéis, como he dicho, se han malinterpretado los beneficios del deporte. El deporte en exceso es malo, no hay que machacar el cuerpo como si uno fuese a participar en los Juegos Olímpicos.
Sunday, June 26, 2011
EN EL CONTENEDOR
Lo ha conseguido. Después de intentarlo durante años, ya ha cazado a Isabel Pantoja. El otro día puse Telahinco y cuál fue mi sorpresa cuando la vi sentada al lado de la que fue su némesis durante años: Jorge Javier Vázquez. Durante un par de minutos estuve plantado delante de la televisión hasta que, de repente, vi como aparecían otras caras en el televisor. Habían cambiado de canal. Sé que es mierda, pero a veces puede llegar a ser mierda de la buena. Si no me equivoco, en Estados Unidos lo llaman guilty pleasure.
Ostras, la televisión (o el dinero, más bien…) hace extraños compañeros de viaje. Después de toda la caña que le metieron a la Pantoja desde ese canal, al final parece que acabará cobrando de ellos, de una manera u otra. Es que hay algo que me encanta de Telahinco; ellos viven a su manera en su, como diría el Monegal, contenedor. Un contenedor en el que cabe de todo y en el que se crean unas sinergias entre programas que me deja alucinado; ahora veremos como en todos los programas hablan de la Pantoja y su reencuentro con el superviviente en que se ha convertido su hijo. Por mucho que lo intente, la cadena triste nunca llegará a esos niveles de excelencia. Es más, creo que empieza a desistir (eso de poner un concurso un viernes por la noche no se hacía desde l’any de la picó).
¿Y el hijo? Kiko a.k.a Paquirrín… Pues nada, es el mejor de todos; un tío que no ha hecho nada en su vida y lo reconoce, se ha ligado tías buenorras que no dicen nada malo de él y va de fiesta en fiesta sólo puede ser algo en la vida: el ídolo de muchos tíos.
Ostras, la televisión (o el dinero, más bien…) hace extraños compañeros de viaje. Después de toda la caña que le metieron a la Pantoja desde ese canal, al final parece que acabará cobrando de ellos, de una manera u otra. Es que hay algo que me encanta de Telahinco; ellos viven a su manera en su, como diría el Monegal, contenedor. Un contenedor en el que cabe de todo y en el que se crean unas sinergias entre programas que me deja alucinado; ahora veremos como en todos los programas hablan de la Pantoja y su reencuentro con el superviviente en que se ha convertido su hijo. Por mucho que lo intente, la cadena triste nunca llegará a esos niveles de excelencia. Es más, creo que empieza a desistir (eso de poner un concurso un viernes por la noche no se hacía desde l’any de la picó).
¿Y el hijo? Kiko a.k.a Paquirrín… Pues nada, es el mejor de todos; un tío que no ha hecho nada en su vida y lo reconoce, se ha ligado tías buenorras que no dicen nada malo de él y va de fiesta en fiesta sólo puede ser algo en la vida: el ídolo de muchos tíos.
Wednesday, June 08, 2011
METÁFORA DE LA VIDA
El fútbol es una metáfora de la vida. Que lo diga yo puede hacer pensar a más de uno que soy un iluminado o que voy de listo, sin embargo, si lo dice un intelectual, como por ejemplo, el escritor Eduardo Galeano, pues parece que la frase, aparte de quedar bien, tenga algo de sentido.
El caso es que hoy me he dado cuenta de que hay otra cosa (por llamarlo de alguna manera) que también es una metáfora de la vida. Me refiero a (redoble de campanas)… “The Wire”. Sí, puede que alguno de mis lectores más veteranos haya acertado, pero es que, es la verdad, todos los caminos conducen a "The Wire".
En este caso, “The Wire” es una metáfora de la vida porque es totalmente aplicable al mundo laboral. Hay un crítico de televisión que dice algo así como que en “CSI” los casos se resuelven muy de prisa: si uno quiere hacer un análisis de sangre, lo hace; si quiere detener a alguien, lo detiene sin problemas y los malos acaban siempre en la cárcel. Sin embargo, dice que eso mismo en “The Wire” no es así: en “The Wire” para hacer un análisis de sangre, tienes que pedir permiso y según los recursos que haya, te lo harán más o menos pronto; si quieres detener a alguien, necesitas pruebas que cuadren a la perfección y los supuestos malos no van siempre a la cárcel. Que una serie se decante por un lado u otro no es ni bueno ni malo, simplemente es. Me desvío del tema…
Decía que “The Wire” es una metáfora de la vida. De hecho, creo que los jefes ven el trabajo como si de “CSI” se tratase: “eh, tú, haz esto y tú, lo otro”. Es como si las cosas se hiciesen al instante y esa tarea que te han encomendado se pudiese hacer en cinco minutos: “eh, te lo pedí ayer y aún no me has dicho nada”. Los simples trabajadores lo vemos, o al menos, ese es mi caso, como si de “The Wire” se tratase: “sí, sé que me lo pediste ayer, el problema es que mi ordenador tarda 30 minutos en arrancar y ahora que ya ha arrancado, tengo que preparar una reunión que tengo dentro de otra media hora y bla bla bla”. Sí, amigos, las cosas no se hacen en cinco minutos, se piensan, se repiensan, el ordenador no arranca, el ordenador se cuelga, el ordenador es viejo, no obsoleto, viejo, se reciben llamadas, lo urgente se impone a lo importante… Y sí, amigos, “The Wire”, si no, puede que seas jefe de alguien, lo cual no es ni bueno ni malo, simplemente es.
El caso es que hoy me he dado cuenta de que hay otra cosa (por llamarlo de alguna manera) que también es una metáfora de la vida. Me refiero a (redoble de campanas)… “The Wire”. Sí, puede que alguno de mis lectores más veteranos haya acertado, pero es que, es la verdad, todos los caminos conducen a "The Wire".
En este caso, “The Wire” es una metáfora de la vida porque es totalmente aplicable al mundo laboral. Hay un crítico de televisión que dice algo así como que en “CSI” los casos se resuelven muy de prisa: si uno quiere hacer un análisis de sangre, lo hace; si quiere detener a alguien, lo detiene sin problemas y los malos acaban siempre en la cárcel. Sin embargo, dice que eso mismo en “The Wire” no es así: en “The Wire” para hacer un análisis de sangre, tienes que pedir permiso y según los recursos que haya, te lo harán más o menos pronto; si quieres detener a alguien, necesitas pruebas que cuadren a la perfección y los supuestos malos no van siempre a la cárcel. Que una serie se decante por un lado u otro no es ni bueno ni malo, simplemente es. Me desvío del tema…
Decía que “The Wire” es una metáfora de la vida. De hecho, creo que los jefes ven el trabajo como si de “CSI” se tratase: “eh, tú, haz esto y tú, lo otro”. Es como si las cosas se hiciesen al instante y esa tarea que te han encomendado se pudiese hacer en cinco minutos: “eh, te lo pedí ayer y aún no me has dicho nada”. Los simples trabajadores lo vemos, o al menos, ese es mi caso, como si de “The Wire” se tratase: “sí, sé que me lo pediste ayer, el problema es que mi ordenador tarda 30 minutos en arrancar y ahora que ya ha arrancado, tengo que preparar una reunión que tengo dentro de otra media hora y bla bla bla”. Sí, amigos, las cosas no se hacen en cinco minutos, se piensan, se repiensan, el ordenador no arranca, el ordenador se cuelga, el ordenador es viejo, no obsoleto, viejo, se reciben llamadas, lo urgente se impone a lo importante… Y sí, amigos, “The Wire”, si no, puede que seas jefe de alguien, lo cual no es ni bueno ni malo, simplemente es.
Friday, June 03, 2011
EL SENTIDO DEL BUDO
Esta es una de esas entradas de las que me puedo arrepentir dentro de un tiempo, pero bueno, como ahora estoy excitado (menos que hace unas horas, eso sí), pues nada, voy a escribir unas líneas.
Pues nada, resulta que, deportivamente, ha sido una semana magnífica. El martes fui a hacer aikido como cada martes y me encontré muy a gusto. Ayer fui a jugar a peidol (mi peidol, nuestro peidol) y salí encantadísimo con mi juego. Ostras, creo que fue uno de mis mejores días, metía todos los golpes que daba y cuando me venía la pelota para intentar un mate no me lo pensaba y, patapum, ¡adentro! Ya digo, creo que fue uno de mis mejores días, lo malo es que, a veces, la realidad se impone; te enfrentas a alguien que te mete un doble 6 a 0 y, de repente, vuelves a recordar dónde estás. Pero bueno, de momento, disfrutemos.
Hoy he ido a mi segunda clase de aikido de la semana con una mentalidad que lleva semanas intentando hacerse un hueco en mi cerebro. Y es que, si antes intentaba aprender a saco, ahora la cosa ha cambiado, simplemente hago mis técnicas con la mayor fluidez posible para ir cogiendo más técnica. Estoy un poco harto de tener que demostrar (la verdad, no sé a quién) que yo sé aikido, así que, ahora sólo intento aprender poco a poco sin obsesionarme. Espero estar en la senda correcta del budo.
Etiquetas:
DEFECTOS ESPECIALES,
IN CORPORE SANO,
MISCELÁNEA
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