Años
ha, antes del “puretismo”, mis amigos y yo hacíamos lo que llamábamos “la ruta”.
Cada sábado, en la confusión de la noche, unos cuantos colegas y yo salíamos
del Burros (nuestra base de operaciones) como quien se escapa de una cárcel
para hacer “la ruta”. Esta consistía, básicamente, en salir de allí, ir al bar
que había al lado (cuyo nombre no recuerdo…) a tomar calimocho y, de allí, ir a
otro (cuyo nombre tampoco recuerdo…) a tomar un chupito (o dos o tres o…) de
Chartreusse. Se convirtió en una tradición. Intentábamos escaparnos (sic) sin
que nadie se enterase; hacer “la ruta” era como para Superman ir a la fortaleza
de la soledad: estábamos nosotros y solo nosotros. Molaba. Hay alguna que otra
anécdota muy divertida. La estrella de la aventura era el Chartreusse, una
bebida bastante desconocida de la que recuerdo que había dos distintas, de
diferentes colores, y que te abría los pulmones. Era como un caramelo Hall’s
pero de 50 grados.
Hoy
estaba en el trabajo hablando con una compañera que es de Tarragona y ha dicho
que el Chartreusse se usa en una bebida muy popular allí. Se bebe en un
combinado con granizado de limón. Su nombre: “mamadeta”. Dios mío, ahora me doy
cuenta que perdimos mucho el tiempo. Nuestro sitio no estaba en Barcelona sino
en Tarragona, donde te daban una "mamadeta” si pedías Chartreusse. El mundo no
es justo.
Friday, May 06, 2016
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