Thursday, March 24, 2011

LA GRAN BOLA DE MERDA

En la entrada sobre mis programas de televisión favoritos, olvidé hacer dos menciones especiales, Arròs covat y El intermedio. Debido a las prisas, se me pasó. Sobre El intermedio, pues nada, que me ha hecho pasar noches tremendas, me he reído a carcajadas, pero dejé de verlo hace tiempo y ahora, pues sólo de vez en cuando me paro a verlo unos minutos. Sin embargo, quiero hablar sobre Arròs covat, serie del Canal-33 que descubrí una noche de casualidad y que a los 30 segundos supe que me iba a gustar.
Es una serie de dibujos animados que explica la vida de Xavi Masdéu, un modernete típico de Barcelona que tiene unos 30 años y siente que, a pesar de ser adulto, aún no tiene una vida, digamos de adulto. Es ese tipo de personaje con el que todos, de una manera u otra nos identificamos: a veces parece un perdedor, suele cagarla con las tías y sólo se fijan en él las locas o excéntricas, tiene un trabajo que de un momento a otro parece que vaya a perder... La verdad es que, a pesar de que parece dirigida al público más gafapasta (y Barcelona está llena...), cualquiera, como he dicho, se puede sentir identificado. Todo, siempre, claro, con un toque de humor. Vamos, más que un toque de humor, la serie es una especie de comedia con momentos amargos que se digieren mejor gracias a eso, su humor. De hecho, ese fue uno de los motivos que me enganchó a la serie. Sin embargo, el otro día, acabó la segunda temporada y me he vuelto a hacer la misma pregunta: ¿por qué los, digamos, artistas siempre quieren hacer algo "bueno" y se ponen serios? No, no y no. La gracia de la serie era que todo estaba adornado con un gran toque de comedia que hacía que las cosas, a pesar de ser serias, no lo fuesen tanto. Pero en la segunda temporada... jolín, que quería pasármelo bien, reirme, partirme la caja, no quería ver al gran Xavi Masdéu yendo a visitar a una psicóloga que parecía la reencarnación de la tieta Paquita.
Juanjo Sáez, la has cagado, pero no te preocupes, la serie ocupa un huequecito en mi peqeño y humilde corazón, que bombea poco, pero bombea.

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