Monday, July 08, 2013

CINTURÓN NEGRO

Esta semana se han cumplido 10 años de mi primera clase de aikido. Cómo pasa el tiempo. Recuerdo que cuando tenía 18 años hice un par de clases de jiu-jitsu y me gustó bastante. Decidí, entonces, que cuando empezase a trabajar, y si mi sueldo me lo permitía, claro, me apuntaría a hacer clases de jiu-jitsu. Al final, no fue jiu-jitsu sino aikido, pero me daba igual. Me apunté con la intención de no dejarlo, al menos, a corto plazo, y, de momento, aguanto. La verdad es que esperaba convertirme con el tiempo en una especie de Steven Seagal, pero no, soy el mismo que era antes de hacer mi primera clase con la única diferencia de que ahora intentaría huir todavía más rápido en caso de tener algún problema, aunque no sé si el físico me lo permitiría.
10 años… 10 años y cinturón negro. A quien se lo diga puede pensar que soy una máquina, pero no, por suerte o por desgracia, como decía antes, sigo siendo el mismo. De hecho, creo que el cine ha hecho mucho daño a los practicantes de artes marciales, bueno, quizás me equivoco, más bien ha hecho daño a los no practicantes, que piensan que por ser cinturón negro eres un crack. Pues no, amigos, no, el cinturón negro sólo significa que esa disciplina forma parte de tu vida, la has llevado a cabo durante mucho tiempo y te has esforzado por hacer cada día mejor las técnicas. De hecho, a todo el mundo siempre le hace más ilusión conseguir la hakama que el cinturón negro. La hakama es un falda pantalón que se pone encima del kimono y que es una especie de bautismo (sic), que quiere decir que formas parte de, como dirían los americanos, la comunidad. Eres parte del grupo.
Pues eso, 10 años y sumando (mientras pueda).

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