Cada cierto tiempo se publica un estudio que concluye diciendo que hay que dormir, como mínimo ocho horas al día, esto es, un tercio del día. Ni más ni menos.
Esta semana estoy de vacaciones y voy a dormir menos horas que cuando estoy trabajando, algo ya habitual los fines de semana. Que si cenamos más tarde, que si vemos una película, que si me pongo la radio en la cama antes de dormir... Al final me duermo a las tantas y no me levanto muy tarde; en total, no creo que sean más de seis horas las que duermo cuando no trabajo. Con lo cual, llego a la conclusión (exacto, a la misma conclusión que millones de personas antes que yo) de que, en el fondo, lo importante es la calidad del sueño y no las horas de sueño. Por utilizar terminología sexual, el tamaño no importa (aunque, en el sexo, por mucho que digan, sí importa).
Pues eso, que da gusto no tener prisa por irse a la cama y cuando ya estás en ella, saber que no está el despertador esperándote para darte los buenos días. Y es que, la vida puede ser maravillosa. Puede.
Tuesday, October 15, 2013
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