Se quejaba el otro
día un amigo mío porque la gente se come las preposiciones cuando escribe en el
móvil, por ejemplo, en lugar de decir “voy a hacer la cena”, alguno diría “voy
hacer la cena”. Aunque también habría que incluir a esos que meten más
preposiciones de las que toca, como por ejemplo, esos que se “creen de que” la
vida es una mierda… La verdad es que duelen los ojos cuando uno ve esas cosas y
los oídos cuando se oyen, pero bueno, son errores, para mí, perdonables si uno
es consciente. Aunque, vamos, cometer un error siendo consciente de él roza el
absurdo… Me desvío, como de costumbre. Todo esto viene al caso porque hay un
error que, ya sea de manera consciente o inconsciente, se repite y me está
matando. Encima, veo que ya se dice con total normalidad. Es más, a veces
incluso puedes llegar a verlo escrito. Me refiero a “yo me gustaría”. Exacto, “yo me
gustaría”, así, sin coma entre “yo” y “me”. Parece que no, pero la coma tendría
su razón de ser. Con la coma, podríamos pensar que la persona que habla va a
decir algo y, al final, acaba diciendo otra cosa. Por ejemplo, “yo querría ir
al cine” y cuando justo ha dicho “yo”, se lo piensa y dice “me gustaría ir al
cine”. Es decir, sería un “yo, me gustaría” o un “yo… me gustaría” y al hablar
se notaría una breve pausa, un cambio en la entonación… No sé, algo que nos
hiciese darnos cuenta de que el interlocutor ha cambiado su frase mientras
hablaba. Sin embargo, yo me refiero al “yo me gustaría” sin más, sin pausas. Un
“yo me gustaría” igual que un “tú te gustaría” o “él le gustaría”. Fijaos si
creéis que estoy loco, “todo el mundo le gustaría” algo. Supongo que se puede
resumir diciendo que los idiomas cambian y muchos de esos cambios vienen de
errores, pero es triste no usar el idioma correctamente y que salga de nuestras
bocas cualquier cosa.
Tuesday, March 31, 2015
Monday, March 30, 2015
EDULCORANTE
Ostras,
ahora cuando me pongo a tocar con la guitarra hasta consigo que suene
decentemente. Es más, podría incluso componer una canción y, quizás, no
produciría vergüenza ajena (nota mental: si la vergüenza ajena rigiese nuestras
vidas, nos evitaríamos muchos problemas…). Bueno, más que una canción, debería
decir la música de una canción porque las letras no son mi fuerte, que digamos.
El caso, como decía es que podría llegar a hacer la música de una canción y no
quedaría algo ridículo, pasaría los estándares mínimos del buen gusto musical.
Sin embargo, tengo un problema. Ese problema se llama “trespercent”, perdón, se
llama ¡aaaasúcar! (perdón, el espíritu de Celia Cruz me ha poseído durante unos
segundos). Bueno, ni siquiera es ¡aaaasúcar!,
porque si fuese ¡aaaasúcar!, yo mismo me diría “chaval, no suenas como Led
Zeppelin, pero los discos de la Fania molan mucho”. Eso sí, habría que ir con
cuidado y no caer en el “reagguetón” (nota mental: ¿aún existe o ya ha mutado en
otra cosa?). Cuando digo que tengo un problema, me refiero a que tengo un
problema de azúcar. ¡Azúcar! Como digo, no siento vergüenza ajena, pero cuando
me oigo, me viene a la cabeza el tipo de música que, precisamente, ¡no me
gusta! Lo único que quiero es un “riff”
en plan “Whole lotta love” que se convierta en un clásico que acabe sonando en
RAC105 (sic).
Monday, March 16, 2015
MARATÓN
Ayer fue el maratón de Barcelona. Quise levantarme pronto para ver pasar a los corredores. Pasaban cerca de casa y quería ver a los primeros, más que nada para ver a qué velocidad pasaban. Me los imaginaba pasando como una exhalación y, aunque en la televisión se les ve correr de prisa, en directo debe de ser espectacular. El caso es que nos plantamos mi mujer y yo en el kilómetro 20 o 21 para verlos pasar, justo a la mitad de la carrera y, ¿qué vimos? Pues a los últimos clasificados... Llegamos y vimos pasar a cuatro o cinco corredores que corrían..., bueno, caminaban... bueno, se movían a su manera... Y detrás de ellos la organización recogía conos, los medios de comunicación plegaban los cables, los barrenderos limpiaban la zona y las personas de la zona de avituallamiento daban agua a los espectadores.
El caso es que al observar a los últimos corredores del maratón pensé que lo mejor hubiese sido dejarlo. Es más, no haberse presentado. Está bien esta moda de correr y querer superar los límites de uno, pero para superar esos límites hay que prepararse. Prepararse a fondo. Quiero decir que si yo quiero escalar el Everest, tengo que hacer una gran preparación, sino, mejor me quedo en casa. Con esto pasa algo parecido; si a mitad de camino (en este caso, 20 kilómetros...) vas caminando o arrastrando los pies, mejor lo dejas. O como he dicho, ni te presentes. De lo contrario, vas a hacer que haya cientos de coches parados en la Meridiana esperando a que pases.
El caso es que al observar a los últimos corredores del maratón pensé que lo mejor hubiese sido dejarlo. Es más, no haberse presentado. Está bien esta moda de correr y querer superar los límites de uno, pero para superar esos límites hay que prepararse. Prepararse a fondo. Quiero decir que si yo quiero escalar el Everest, tengo que hacer una gran preparación, sino, mejor me quedo en casa. Con esto pasa algo parecido; si a mitad de camino (en este caso, 20 kilómetros...) vas caminando o arrastrando los pies, mejor lo dejas. O como he dicho, ni te presentes. De lo contrario, vas a hacer que haya cientos de coches parados en la Meridiana esperando a que pases.
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