Ostras, no me había dado
cuenta de que hace años que no hago mi particular resumen del año y, ayer, un
compañero de trabajo me dijo que su familia en Nochebuena, antes de cenar, hace
un repaso de lo que ha dado de sí el año. Cada uno, si le apetece, comenta lo
que considera más destacado, tanto bueno como malo, y expresa lo que espera del
Año Nuevo. Así que, me he animado a hacer un resumen de este año. Y bueno, otro
año que se nos va...
A ver, a ver… Resumiendo
en unas pocas palabras: no me quejo. Si miro todo lo acontecido este año,
solamente puedo decir que la única opción es ir a peor, lo cual, por otro lado,
da miedo, pero bueno. La verdad es que no recuerdo nada especial hasta marzo,
que fue cuando me fui con mis amigos a Bilbao a pasar un fin de semana. Fue
divertido, muy divertido, y teniendo en cuenta que estuvimos tres días, puedo
decir que los aprovechamos bastante bien: salimos por la noche, comimos bien y
encima pudimos ir al nuevo San Mamés a ver al Athletic. Hubo muchos momentos
grandes ese fin de semana y casi todos protagonizados por mi amigo Óscar: le
perdemos 10 minutos porque se ha ido a comprar un paraguas; le vemos pelearse
durante otros 10 minutos mientras se arregla la ropa después del salir del
lavabo del aeropuerto; le socorremos cuando cae lesionado al darse cuenta de
que no lleva el bastón; le despedimos en la noche de farra casi entre lágrimas
“porque su corazón dice que se quede de fiesta, pero su mente dice que su
espalda debe descansar” (yo creo que ese ha sido el momento delirante del año)…
Eso sí, cuando se recuperó lo hizo a lo grande, demostrando quién manda y tiene
galones. Al menos a mí me dio una lección de, digámoslo así, gestión de grupo.
El viaje que tenemos programado para el año que viene es a Granada,
la cual, como dijo mi amigo Vicente GTI, queremos reconquistar.
Pocas semanas después, y
debido a la boda del hermano de mi amigo Parre, echamos un partido de fútbol
que fue muy divertido, aunque la pena fue ver que el fútbol te jubila y los
años no pasan en balde: a los 5 minutos yo me había hecho una rotura de fibras
o algo que se le parecía mucho. Así que, a jugar con la pierna mala (sic).
La nota negativa del año
se la ha llevado el peidol. Después de siete años y medio jugando cada semana
hemos colgado la raqueta. Con lo bien que me lo pasaba... Si uno pasa de
deportes extremos, de superaciones individuales, se le da bien el deporte y
quiere pasar un buen rato, el peidol es el deporte ideal. Se aprende relativamente
rápido y es muy divertido. En nuestro caso, el idilio peidolero ha durado mucho
tiempo, pero al final, la monotonía ha roto nuestra relación. Al menos, me
quedo con la satisfacción de que mi mejor peidol ya lo había dado, no podía
mejorar más. Qué tiempos en los que reventaba la pelota para después
convertirme en un superclase (ejem…).
Respecto a los cortos, llevamos más de un año con el ¿nuevo? corto, que se titula "Solo se vive una vez". Recuerdo que el Parre y yo comentábamos que era nuestra primera superproducción porque había muchos protagonistas y un equipo técnico (sic) alrededor grande (qué lejos quedan esos días en los que decidimos hacerlo todo él y yo...), pero jamás hubiésemos pensado que en diciembre de 2016 estaríamos aún así. Lo empezamos a rodar allá por octubre de 2015 y aún nos quedan planos. Quedan tantos planos que creo que podríamos meter uno en el que el protagonista dijese algo así como "mi corazón dice que me quede, pero mi mente me dice que me pire"; creo que sería grande, muy grande y no desentonaría en la historia (ahí lo dejo...). El caso es que ha pasado tanto tiempo que incluso la protagonista ha cambiado… Esto parece “Cleopatra”. Así que, como ha dicho el Parre, que el 2017 nos traiga lo que más ansiamos: ¡el final de "Solo se vive una vez!".
Respecto a los cortos, llevamos más de un año con el ¿nuevo? corto, que se titula "Solo se vive una vez". Recuerdo que el Parre y yo comentábamos que era nuestra primera superproducción porque había muchos protagonistas y un equipo técnico (sic) alrededor grande (qué lejos quedan esos días en los que decidimos hacerlo todo él y yo...), pero jamás hubiésemos pensado que en diciembre de 2016 estaríamos aún así. Lo empezamos a rodar allá por octubre de 2015 y aún nos quedan planos. Quedan tantos planos que creo que podríamos meter uno en el que el protagonista dijese algo así como "mi corazón dice que me quede, pero mi mente me dice que me pire"; creo que sería grande, muy grande y no desentonaría en la historia (ahí lo dejo...). El caso es que ha pasado tanto tiempo que incluso la protagonista ha cambiado… Esto parece “Cleopatra”. Así que, como ha dicho el Parre, que el 2017 nos traiga lo que más ansiamos: ¡el final de "Solo se vive una vez!".
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