Ayer escuchaba en
una tertulia radiofónica que hay cierta polémica porque se está
barajando la posibilidad de ponerle a una calle de Barcelona el
nombre de Juan Antonio Samaranch. Como todo el mundo sabe, él fue el
gran artífice de que los Juegos Olímpicos de 1992 se celebrasen en
Barcelona y, con ellos, se le hiciese un lavado de cara a la ciudad.
Un lavado de cara que conecta directamente con la Barcelona actual;
sin todo lo dicho antes, probablemente, la ciudad hubiese continuado
siendo gris durante unos cuantos años más.
La polémica se ha generado porque hay unos que consideran que eso es
suficiente para darle su nombre a una calle y otros que consideran
que no, que no debería hacer olvidar el pasado (pluscuamperfecto) de
este señor. Un pasado que está íntimamente ligado con el franquismo y, para
algunos, esa es una losa demasiada pesada. El caso es que mientras oía la tertulia, me acordé
de la calle que tiene otro personaje ilustre del siglo XX: Martin
Luther King.
Para aquellos que vivan en Barcelona, que sepan que la calle Martin
Luther King se encuentra cerca del nudo de la Trinitat. Viniendo de la
C-58 se puede tomar el desvío hacia la Ronda de Dalt o hacia la del
Litoral y justo entre esos dos desvíos, hay otro que lleva al centro
comercial La Maquinista. Bien, para quien no lo sepa, justo antes de llegar al único semáforo que uno se encontrará en el camino, hay un cártel (supongo que es el único) con el nombre de
la calle: Martin Luther King. Entre nosotros y siendo lo más claro
posible, es una calle de mierda. En el fondo, no se le puede llamar
ni calle… Eso sí, muy cerca, y tapado por la maleza,
se esconde parte del antiguo acueducto de la ciudad, aunque bien
pensado, ni eso le da pedigrí… No digo que debiese tener una calle en pleno centro de la ciudad ni que cruzase el Eixample de arriba abajo junto a las Muntaner, Aribau, etc. (estas calles hacen referencia a personas que tuvieron relación con Catalunya y las perpendiculares, con lugares relacionados en el pasado con Catalunya), pero sí digo que como personaje público tiene la suficiente entidad como para haber escogido otra calle que se pueda calificar de tal.
Y aunque es difícil llegar a un nivel tan bajo, supongo que hay otros
personajes ilustres cuyos nombres decoran calles que no merecen
llamarse así por eso, porque no parecen calles (recuerdo cierto revuelo con la calle de Kubala...). De hecho, me
gustaría saber quién decidió que eso sería la calle de Martin
Luther King.
El caso, y resumiendo, es que antes de aumentar el nomenclátor con el nombre
de Juan Antonio Samaranch, estaría bien que
alguien mirase si otros personajes ilustres realmente son honrados poniéndole su nombre a una de nuestras calles.
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