Bueno,
nuestra carrera cinematográfica sigue su curso. ¿Dónde estábamos…?
Ah, sí, íbamos a tener una cita con Doc Hollywood para que nos
asesorase un poco sobre cómo se rueda una película… Eso hicimos y
puedo decir que el “efecto espuma” es historia; ahora estamos en
la senda correcta y, a partir de ahora, lo que nos podemos encontrar
serán obstáculos; unos grandes, otros pequeños, pero obstáculos
que, al fin y al cabo, habrá que superar como se pueda.
Salimos
de nuestra cita cinematográfica con dos objetivos bien claros: por
un lado, pasar ese relato a guion cinematográfico y, por otro,
consultar algunas dudas a Doc Hollywood. Juanma (el hombre que
amaba a las mujeres y a Brad) ya se ha puesto manos a la obra con el
guion y yo… Bueno, yo, no he hecho mi parte; la de las consultas,
digamos, técnicas. Quería dejar pasar unas semanas para no rallar a
nuestro asesor. Perdón por el retraso.
El caso es que, como si de
“My name is Earl” se tratase, el karma (o lo que sea) ha venido a
mí. Resulta que mi ordenador del trabajo no funciona del todo bien y
ha venido uno de los informáticos de la empresa a echarle un
vistazo. Mientras hablábamos sobre el asunto en cuestión ¡me ha
ofrecido un papel en un corto que va a rodar! Exacto, como cuando a Dueñas le vieron en una parada de autobús y le dijeron "¿juegas a baloncesto?". No le he dado mucho
tiempo de hablar sobre mi futuro como actor (vamos, que le he cortado
en seco. Lo reconozco, un gran defecto que tengo…) y le he comentado lo que
Juanma (el hombre que amaba a las mujeres y a Brad) y yo nos traemos entre manos. Muy amablemente se ha ofrecido a echarnos una mano y,
si es necesario, ayudarnos a rodarlo. Y cuando digo rodarlo, me
refiero a eso de gritar “¡luces, cámara, acción!”.
Viento en popa a toda vela.
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