Por
regla general, no hablo cuando estoy en un ascensor, simplemente digo “hola” y
“adiós”. Como no quiero que piensen que soy un antipático, pues pongo cara de
buena persona. Bueno, no pongo cara de buena persona, soy buena persona, o al
menos lo suficiente. El caso es que el otro día subía en el ascensor de casa
con una vecina y me habló. La sorpresa no fue que me hablase, es normal que los
vecinos se digan algo más aparte de desearse los buenos días, lo que me
sorprendió fue que me hablase del… tiempo. A ver, a estas alturas, todos
sabemos que hablar en un ascensor con un (semi)desconocido sobre el tiempo es
una gran estupidez. Pregunto, ¿realmente es necesario que hablemos? No tengo
nada que contarte, tú no tienes nada que contarme; no hablemos, no pasa nada. Y
si hablamos, jolín, dime otra cosa, pregúntame sobre los recortes del gobierno,
sobre la salida de Guardiola del Barça… Hay mil cosas, es más, si quieres, dime
que estás harta de que se me caigan las cosas al suelo porque parece que la
casa se vaya a caer. Lo entenderé, yo también estoy harto de tener manos de
mantequilla, pero, por favor, no me hables del tiempo.
Thursday, May 10, 2012
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