Saturday, May 05, 2012

GUITARRAS Y COCHES

Me he comprado una guitarra eléctrica. Es una copia japonesa de la Fender Jazzmaster. Me gusta mucho esa Fender, aunque debo decir que la mía me gusta más. Me imagino que me gusta más simplemente porque es la mía, pero bueno. El caso es que pensaba que cuando me la colgase del cuello me sentiría guay, igual que cuando ves a tus ídolos de la guitarra y piensas “¡uauh, qué tío más molón!”. Sin embargo, una vez la tuve en el cuello y entre mis manos, lo único que me vino a la cabeza fue “¿y ahora qué…?”. Había dos cosas, la primera era que seguía siendo igual de malo que hacía cinco minutos y la segunda, que yo no molaba igual que mis ídolos de las seis cuerdas, lo cual era lo realmente aterrador. A lo Mourinho style, me dije “¿por qué?”. La respuesta la encontré en los coches: ya puedes tener un megacoche o un coche ruinoso, cuando te metes, no ves el coche, no sabes cómo es y si eres un don nadie, lo seguirás siendo aunque tengas un Ferrari. Con las guitarras pasa lo mismo: te la cuelgas y si no sabes tocar, no hay nada que hacer; si eres un don nadie, lo seguirás siendo y si quieres ver si te queda bien la guitarra y molas, puedes intentar romperte el cuello, pero tampoco funcionará.

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