Todo el mundo ha
oído hablar de “Hermano mayor”, ese programa de Cuatro en el que
un adolescente (o no tan adolescente, diría) descarriado es puesto
en su sitio por un terapeuta. Todos se quejan de lo mismo; que si sus
padres no les dejan en paz, que si no les dejan hacer lo que quieren…
Sin embargo, hay una queja que me parece que se repite muchas veces,
pero que pasa desapercibida. Esta queja tiene que ver con los amigos.
Estas ovejas descarriadas suelen gritar que están en su casa, lo
cual, creen ellos que les da todo el derecho del mundo de meter en
ella a quién quieran, es decir, a sus amigos. Sí, los amigos son
sagrados; son como Dios, no se les puede mencionar en vano. La
verdad es que los amigos no sé qué pensarán cuando vean a su amigo
agredir a sus padres; una cosa es intuirlo o que se rumoree y otra es
verlo en televisión sin ningún tipo de censura. Diría que no he
tenido ningún amigo tan tirano como uno de estos personajes y si lo
hubiese tenido… Ostras, mejor ni planteárselo.
El caso es que para
esta gente, los amigos son lo más de lo más y, siendo sinceros,
como dice el refrán, quien tiene un amigo tiene un tesoro. Es
verdad, quien tiene un amigo tiene un tesoro aunque como todo en esta vida, los
amigos también pasan. Con la edad que tienen nuestros queridos
tiranos la amistad tiene gran valor, lo que pasa es que, pasa tanta
gente por delante de nuestras vidas que no sé hasta qué punto vale
la pena hacer una defensa tan acérrima de los amigos. Como he dicho,
pasan tantas personas por la vida de uno que quien pensabas que era
un payaso, lo es aún más; a quien pensabas que no fallarías nunca,
le fallas por partida doble; ese con quien te lo pasabas tan bien,
acaba por marcharse sin dejar, siquiera, un triste recuerdo y ese
otro se lió con una bruja y embrujado se quedó.
Ah, amigos, tantos y
tan pocos...
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